Cuando vivía en Copenhague iba siempre en bici a todas partes y una noche mientras volvía de ver un ballet clásico, iba mucho, ¡Qué tiempos aquellos!, se me contracturó el cuello del frío que pasé. Recuerdo una amiga danesa decirme que para evitar que eso pasara tenía que permitir que el frío entrara y saliera de mi cuerpo. Suena más fácil de lo que es. Pero me gustó mucho y me la quedé, la frase. La contractura también se quedó conmigo unos meses. ¡Menuda pesadilla! Así que me fui al fisioterapeuta. Varias sesiones. Me hacía masajes y enseñaba ejercicios hasta que se me fue quitando. De él aprendí otra frase que también me quedé y que hice hábito, a ratos: "Uno no siempre puede estar derecho, pero si te das cuenta de que la postura no es la correcta, ¡corrige!" Es un constante traer la mente al cuerpo. Es un mindfulness. Es un estar dentro de mí. Por eso me gusta tanto. Cuando nos observamos y estamos presentes en el cuerpo nos cuidamos cada vez más. Cuanto menos te cuidas menos te quieres cuidar y al contrario, cuanto más te cuidas más te quieres cuidar. No soy demasiado obsesiva con mi alimentación. Vengo de una buena educación, dentro de lo que cabe, alimenticia, con sus carnes que intento sean muy pocas, sus lácteos, que es un poco más que la carne pero sin abusar y sus harinas refinadas que intento evitar siempre. Fruta y sobre todo mucha verdura. Me educaron muy bien en ese sentido y yo intento llevar esa educación un paso más hacia delante. Pero como digo, sin exagerar, sin obsesionarme.
Lo de cuidarse me recuerda un poco a lo de gastar. ¿Te ha pasado que cuanto menos dinero tenías más "tenías que" gastar? Es como el que casi no tiene para comer pero no le falta nunca tabaco. Esto para mí es tratarse mal. No cuidarse. Y responde a una carencia bien camuflada. Erradicar ciertos hábitos nos puede costar mucha ansiedad, y la tormenta puede llegar a ser tremenda, lo he visto en algunas personas que conozco. Pero también las he visto salir al otro lado. Y volver a sonreír. Y cuidarse como nunca. Y estar cada vez más saludables y más guapos. ¡Cuánto compensa!
Lo ideal sería dejar entrar el verdadero problema como el frío de Copenhague, porque sólo así podrá volver a salir. Sólo así aprenderemos a cuidarnos. A querernos.
De cuidarnos, de querernos, hablaré también en mi programa Reconecta con tu cuerpo. Conecta con el mundo. Estás a tiempo de apuntarte. Desvelaremos patrones de comportamiento y lenguaje que te ayudarán a vivir una vida más satisfactoria.
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