A veces me veo como él. Corriendo, sin tregua. Y me pregunto: "¿De qué escapo en realidad?" Otras me autoflagelo porque no consigo organizarme para salir antes y llegar temprano a los sitios. Pero últimamente he dado con el diagnóstico: Yo, no es que sea impuntual, es que me cuesta soltar la actividad que hago en cada momento. Así, si me tengo que ir a trabajar pero estoy leyendo algo muy interesante me cuesta mucho dejar de hacerlo al igual que cuando tengo que salir del trabajo y volver a casa.
Esta entrada la empecé a escribir hace un par de meses. La dejé con ese párrafo con la idea de desarrollarla algún día y parece que ese día ha llegado. Me volví a acordar de que tenía algo escrito sobre este tema viendo, con mi hija, el otro día "Patricia en el país de las maravillas" como la llama ella. Y en una conversación que tuve, la semana pasada, con algunas de mis comadres sobre la cantidad increíble de obligaciones y "deberes" que teníamos que hacer.
Desde hace una semana exactamente trabajo desde y en casa. Algo que me apasiona y que andaba deseando y buscando, que yo recuerde, cuatro años seguro. Pero ahora que estoy en ello confieso que sigo teniendo dificultades para organizarme. Aunque no me flagelo. En primer lugar porque llevo sólo una semana así y eso es poquísimo tiempo si tenemos en cuenta como he estado hasta hace escasos diez días. En segundo lugar porque soy madre y soy consciente de mi capacidad y deber de ser flexible y en tercer lugar y, como he mencionado otras veces, estoy aprendiendo el maravilloso arte de la autoindulgencia.
Pero veo que eso de correr sin parar, de no frenar ni un segundo y de que, a pesar de estar al doscientos por ciento y no llegar a todo, es muy universal y afecta tanto a hombres como a mujeres. Y tengo malas noticias para ti porque:
Nunca, nunca, vas a llegar a todo
A menos que cambies el chip. Y sobre todo dejes de mirar todo lo que hacen las personas a tu alrededor en vez de ver y sobre todo RECONOCER todo lo que haces TÚ MISMO/A. Porque solemos darle más valor a lo que los demás hacen y muy poco a lo que hacemos nosotros mismos. Y porque cuando hayas terminado de hacer todo lo que te propusiste se te ocurrirán nuevas acciones por hacer.
Hace tiempo le escuché a Sergio Fernández en una de las charlas que tiene colgadas en su canal de youtube un ejercicio: Anotar todas las cosas que nos atormentan, que no nos dejan estar tranquilos. Poner en una lista todas las tareas pendientes y comprometernos a hacer las que de verdad queremos hacer y lo más revolucionario: tirar la lista a la basura cuando hayamos hecho las tareas elegidas. De manera que, si el coche tiene un arañazo en la chapa que nos molesta pero al final decidimos que en estos momentos no lo vamos a arreglar: NO NOS PREOCUPEMOS MÁS. Es decir, que decidamos no arreglarlo pero además nos olvidemos de ello. Él aboga siempre por llevar la mente libre, diáfana. Cuando se te viene una idea sobre algo que quieres hacer o escribir propone apuntarla porque seguro que en la cabeza se te va a olvidar y de esa forma consigues tener la mente más fresca. Me recuerda un poco a los años en los que he trabajado en recepción. Con la cantidad de interrupciones que vienen del exterior entre teléfono, clientes, reservas de última hora e incluso los mismos compañeros, porque, no olvidemos que en un hotel todos los departamentos tienen que estar en constante comunicación, si no apuntas las cosas importantes no las recordarás y te puedes meter en más de un lío.
Recuerda que eres humano/a y que además tienes días en los que puedes dar más y días en los que puedes dar menos. Deja de tener obligaciones que revolotean alrededor de ti como si fueran fantasmas.
Recuerda que eres humano/a y que además tienes días en los que puedes dar más y días en los que puedes dar menos. Deja de tener obligaciones que revolotean alrededor de ti como si fueran fantasmas.
Os invito, a vosotros y a mí misma a no andar corriendo a todas partes, a frenar de vez en cuando, a disfrutar de los pequeños momentos importantes de la vida, a no sentirnos culpables si no llegamos a todo, a dejar de exigirnos tanto. A ser más felices.
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