¡Re-conecta ahora!


 ¿Desde que eres mamá te persigue la culpa? 
¿Sientes que no consigues llevar las riendas de tus emociones? 
¿Tienes la sensación de que no conectas con tus hijos?
¿Te parece que al conectar con ellos te olvidas de ti misma?
¿Quieres volver a recuperar ese equilibrio en el que todos ganáis?





Entonces estás en el sitio correcto

Soy mamá desde hace cuatro años y medio y como siempre digo:
"Nunca hice un viaje espiritual más intenso que éste".

La maternidad me puso del revés, me hizo tambalear e incluso tumbar muchas de mis creencias. Mis gustos literarios han cambiado totalmente. Donde antes había novelas ahora dan vueltas, por toda la casa, libros de psicología infantil, libros escritos por madres y sus experiencias, libros de ginecólogas, de obstetras, psiquiatras que me han inspirado y guiado desde el principio. Pero también leer y seguir a grandes mujeres en la red o formarme con ellas ha sido fundamental. Un gran número de profesionales que se han valido de sus conocimientos y su propia experiencia como madres para desarrollar una metodología siempre basada en el amor y la escucha activa. Es leyendo de forma ávida, pero sobre todo viviendo mi maternidad en el marco de nuestra propia historia (la de mi hija y la mía) no exenta de cambios muy intensos, que he ido ocupando mi cuerpo. Siempre digo que la maternidad me hizo bajar a él y será por eso que empecé a leer a autoras que hablan sobre cicliciad femenina. Así acabé haciendo cursos y formándome en el funcionamiento del cuerpo femenino antes y después de ser madres. Con todo lo que he leído y aprendido desde fuera y lo que he aprendido dentro de mi cuerpo y de mi propia experiencia como madre he confeccionado este programa:






Reconéctate a tus hij@s


Este curso es para ti si eres mamá o estás embarazada y:
  • Tienes la sensación de estar siempre cansada.
  • Sientes que no consigues llegar a todo.
  • Necesitas más horas en tu día.
  • Te sientes sola en tu maternidad. 
  • Tienes falta de apoyo de tu entorno.
  • Sientes que no sabes gestionar los conflictos con tus hijos.
  • Estás embarazada de tu primer hijo y quieres sentirte preparada para lo que viene.
  • Estás embarazada y ya tienes hijos y quieres aprender a organizarte mejor.
  • Sientes que no llegas a las necesidades de tus hijos al cien por cien.
  • Te sientes culpable porque no consigues darle a tus hijos lo que necesitan.
  • Notas que te estás descuidando, que te olvidas de ti misma.
¿Cuál será el destino al que llegarás?

1) Aprenderás a sacar el mejor partido de cada momento fisiológico en el que te encuentres.
2) Tendrás las herramientas para entender mejor las necesidades de tus hij@s
3) Aprenderás a leerte a ti misma. A conocerte mejor y a aumentar tu autoestima.
4) Te liberarás de la culpa destructiva.
5) Sabrás gestionar mejor los conflictos con los más pequeños
6) Tendrás las herramientas para reducir los conflictos en casa.
7) Crearás un ambiente familiar de Ganar-Ganar, en los que ningún miembro de la familia se sentirá olvidado.
8) Tendrás un rol principal en la crianza y educación de tus hijos.
9) Sentirás equilibrio y abundancia en tu día a día.

  BLOQUES:

1. Las malas madres no existen. En el que hablaremos sobre las expectativas de las madres antes de serlo, la realidad tras convertirnos en ello. Sobre la guerra de las madres y sobre la ciclicidad de mamá.

2. Todos los niños somos buenos. En el que trataremos las necesidades más importantes de los bebés y niños pequeños. Aprenderemos a formular enunciados respetuosos para con nuestros hijos. Y a usar recursos para reducir los conflictos.

3. Lo que los demás piensen de mí o de mi maternidad no es asunto mío. Sabemos que la presión exterior puede llegar a tener bastante peso en nuestras decisiones. Aprenderemos a gestionar nuestra maternidad de forma asertiva y empoderada para que no sintamos que perdemos el control de lo que nos corresponde a nosotras.


DURACIÓN Y FORMATO DEL CURSO:

El curso tiene una duración de dos meses. Desde el 24 de abril hasta el 24 de junio. (Que termine el 24 de junio es simbólico. Tras el solsticio de verano dejaremos nuestro viejo yo y entraremos en la estación del verano, que es la más maternal, como veremos en el curso, recargadas de energía y llenas de empatía).

Una vez cada dos semanas te llegará un PDF a tu e-mail. Tendrás dos semanas para leerlo y trabajarlo. Para reflexionar. 

Cuando pasen las seis primeras semanas entraremos en la parte práctica. Antes haremos también pequeños ejercicios.

Nos encontraremos en un grupo cerrado de Facebook y un grupo en whatsapp abierto las 24 horas durante los dos meses que durará el curso para sentirnos acompañadas en todo momento en este viaje.

Además de esto tendremos tres reuniones en una plataforma on line. 

Testimonios de alumnas en mi curso anterior Reconecta con tu cuerpo. Conecta con el mundo:

"Para mí ha sido un curso lleno de cosas super importantes como es el propio reconocimiento del cuerpo, desde que empecé a hacer el curso algo cambió en mí. Llevo dos meses sin dolor menstrual cuando siempre me había dolido mucho, pero ahora conecto con mi útero, mis ovarios y no los rechazo sino que conecto con ellos. También me he dado cuenta de muchas cosas como mujer que antes no valoraba, me he vuelto feminista cuando antes he sido muy tonta y permitía cosas que son machistas, en definitiva me ha cambiado muchísimo a mucho mejor. Ahora me quiero como soy, quiero mi cuerpo, mi menstruación y toda la feminidad en completo. Gracias Ana, de verdad sabía que iba a ser increíble y lo confirmo." Jenifer


"El curso ha llegado en un momento crucial en mi vida, aprendí a no martirizarme tanto por cosas que no puedo cambiar y a sentirme poderosa a más no poder y a ser capaz de defenderlo ante cualquiera. Enriquecedor, sin duda..." Bella



"Ana transmite una super energía positiva. Sus palabras, en los módulos, te abren a un mundo nuevo. Yo soy más consciente de mi ciclicidad y de mi influencia lunar. Vivo mejor mis 4 fases y me he ¡Descubierto a mí misma! ¡Todo gracias a ella! ¡Un curso que aconsejo a todas! Como dice una de mis frases favoritas del mismo: "Yo, siempre, a salvo" 😉 Federica 



"Este curso no podía tener un nombre más acertado, RECONECTA.
Realizarlo me ha ayudado a parar, ser más consciente y desconectar del piloto automático en el que funcionaba. Reconciliarme con mi menstruación, amarme tal y como soy, empoderándome. 
Ana es un amor, está lejos pero parece que esté aquí cerquita mía, además la conexión que se ha creado en el grupo ha sido especial, mujeres compartiendo dudas, preocupaciones, experiencias, dándonos comprensión y apoyo mutuo.
Estoy muy contenta de haber aprovechado esta oportunidad." Gloria

 "Este curso me ha acompañado en momento de cambio y punto de inflexión en mi vida, mi maternidad y mi feminidad. Además te acerca a mujeres que aún con vidas y situaciones distintas sienten lo mismo que tú. La sensación que me ha dejado es la de pertenencia al grupo pero a través de un trabajo interior. Reconecta y empodera." Victoria

"Sobre Reconecta y haber conocido a la maravillosa mujer Ana Gálvez, puedo contaros que me llevo un grupo de mujeres que aunque no conozco personalmente nos apoyamos y compartimos valiosísima información. Gracias a este grupo me he empoderado y he aprendido a rebelarme contra los ataques que sufrimos como género.
He vislumbrado mi camino y este se andará entre mujeres, he aprendido, o estoy en el camino, a no juzgarnos, y ahora siento que todas las mujeres nos encontramos unidas por hilos invisibles y no dudaré en ofrecer mi apoyo a cualquier mujer que necesite mi ayuda.
Entre todas conseguiremos un mundo mejor. Gracias por todo." Lubna





EMPEZAMOS EL 24 DE ABRIL





INVERSIÓN 150€ 



O 2 CUOTAS DE 79€






PERO LLÉVATELO AHORA POR TAN SÓLO

 90€ (SÓLO HASTA EL 19 DE ABRIL)





PACK RECONECTA CON TU CUERPO. CONECTA CON EL MUNDO + RECONÉCTATE A TUS HIJOS  

AHORA POR TAN SÓLO 165€  (INVERSIÓN NORMAL 265€, AHORRAS 100€, sólo hasta el 19 de abril)





PACK 2X1
 
TRÁETE A UNA AMIGA Y LA INVERSIÓN SERÁ SÓLO DE 150€ 
(OFERTA VÁLIDA PARA CINCO INSCRIPCIONES, ¡DATE PRISA! 😉).



Mostrando entradas con la etiqueta Empoderamiento. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Empoderamiento. Mostrar todas las entradas

13 abr 2017

La calidad de vida no te la quitan tus hijos sino la falta de apoyo del sistema


Este 2017 estoy haciendo realidad uno de mis sueños y es el de finalmente formarme en Asesoras Continuum®. Es una formación muy completa con varias ramas muy importantes que tiene como objetivo primordial, aunque no único, asesorar y acompañar la mejora del vínculo entre mamá y bebé. Aunque todas me gustan mucho, hace dos semanas empezamos mi favorita: El Acompañamiento, de la mano de Mamen Conte de Umuma. Después de una breve introducción en la que nos confesaba que este módulo nos removería mucho y que seguramente veríamos brotar algunas lágrimas, nos hizo una pregunta: “¿Qué es ser madre hoy día?” 
Después de leer nuestras respuestas, la mía fue “ser superwoman”, nos espetó: “Nadie nos lo ha dicho pero ser madre hoy día es muy duro” y ahí, justo ahí, sentí como unos dedos manoseaban mi corazón hasta escurrirlo delicadamente, lo mecían y empecé a llorar. Fue todo muy rápido, muy directo. No me lo esperaba. Era sólo la presentación del módulo y con una simple frase ya estaba llorando yo. Ni siquiera estaba premenstrual, donde suelo tener la lágrima más fácil, sino en uno de mis momentos más racionales del mes, en esos que "aguanto lo que me echen". Una de las tareas que nos propone Mamen es la de escribir un texto hablando sobre qué significa ser madre hoy día, y aquí va el mío.

"Ser madre hoy día no es duro, es durísimo. Una de mis frases de los últimos dos años es la de “Estamos todos muy desconectados de nuestra biología” y otra es que “ser madre me hizo descender del plano mental al corporal”, es decir, me hizo conectarme a mi fisiología. Tener un bebé te hace bajar el ritmo a la fuerza, adaptarte al suyo. O como le oí una vez a Laura Gutman en una entrevista: “A los bebés mientras que están dentro de nuestro vientre los llevamos nosotras, de aquí para allá, en cambio cuando nacen somos nosotras las que nos tenemos que adaptar a ellos.” 
Y ahí es cuando empieza el “problema”. Y esto lo voy a argumentar con otra frase de otra psicóloga, en este caso Rosa Jové, que dice que “Cuando un niño nace, a sus padres les regala la sociedad un cronómetro y un aro”. El aro para pasar por él, digamos para aceptar como bueno todo lo que se nos proponga, (imponga) a madre (y/o padre) y bebé. El cronómetro para hacerlo rapidito so pena que les empiecen a colgar epítetos negativos como adornos navideños al abeto en diciembre. Hay que correr, hay que producir, hay que ser “normal” y hay que ser uniformes. Porque si te sales de la norma, si te vistes “de paisano” ya estás destacando y eso no le va bien a este sistema, a veces simplemente no te va bien a ti misma.  
Algunas vivimos mal estar en el ojo del huracán por eso reverenciamos ante la consabida y paralizante indefensión aprendida.  
Es el camino fácil, al menos aparentemente. Nos educan para vivir tullidos, pero supuestamente somos todos libres. Por tanto si una mamá se permite hacer las cosas de forma distinta. Si una mamá descubre su instinto, descubre que quiere pasar más de los reglamentarios y tristes 4 meses que el estado español te permite “ser madre a tiempo completo”, pueden pasar dos cosas: Que lo haga, que se deje llevar por ese instinto de forma ilimitada para disfrutar de una maternidad placentera y sin prisas o que no lo haga. Que, a pesar de darse cuenta de lo que quiere, no pueda permitírselo económicamente, o tenga demasiado miedo para afrontar una decisiٕón valiente o “alocada” a ojos ajenos.

La mayoría de las mujeres antes de ser madres se aseguran el tener un puesto estable e indefinido. Es simple, práctico pero sobre todo muy lógico e incluso natural: Hay que garantizarse el pan a una misma y a la prole. A menudo se sienten criticadas o incluso son objeto de acoso laboral cuando se quedan embarazadas. La preocupación económica suele estar siempre presente. Aquí hablo de la realidad más cercana, la del sur. He vivido algunos años en el norte de Europa y sé que es bastante distinto, aunque aún no conozco ningún sistema, fuera de mi mente, que sea perfecto.

Sin embargo, no es hasta que nace tu hijo que empieza la verdadera aventura. 
La preocupación sigue presente, no es para menos, tienes en tus hombros la responsabilidad de la salud y el bienestar de una personita que no puede depender de sí misma. Sabes que sin ti no sobrevive. Y esto te hace estar alerta, constantemente. Si es tu primer hijo te sientes inexperta, además tienes a tu entorno que te lo recuerda con opiniones y consejos reiterados no pedidos. Pero el tiempo va pasando y tu hijo va creciendo, y con él tú.  Mi propia experiencia y la de observación a mis amigas madres es que el tiempo nos va empoderando y poco a poco aprendemos a responder con desenvoltura a los entrometidos. Pero a menudo nos sentimos muy solas. Faltas de tribu. Con la industrialización las mujeres nos alejamos, y seguimos haciéndolo, de nuestra familia y de nuestro instinto. No ayuda el tener que incorporarse al trabajo rápidamente, ni que exista la leche de fórmula, las guarderías o los carritos, aunque a simple vista sí lo hagan.

A menudo las mujeres nos enfrentamos a dos opciones vistas como maniqueas en los tiempos que corren. Una, la de querer estar con nuestros hijos el mayor tiempo posible y la segunda la de querer recuperar nuestra vida, nuestra independencia, indiviudalidad, rápido. Aunque no estoy muy de acuerdo con todo lo que dice Laura Gutman, he de confesar que leerla durante mi puerperio me ayudó a entender ciertas dinámicas y me gustaría citar el título de uno de sus libros el cual me parece bastante gráfico: Mujeres visibles, madres invisibles. Porque mientras que no somos madres estamos activas en nuestra sociedad, cuando nuestra realidad se transforma nos volvemos invisibles. Pero no sólo nosotras, sino también nuestros hijos.

Las madres tienen muchas presiones, las mujeres en general y las madres en particular. 
Me pagaron una carrera en la Universidad. Mis padres siempre me quisieron independiente, pero hace unos años mi madre pareció cambiar en algo y me hizo una confesión reiterada. Ella tiene dos hermanas y su madre, mi abuela, siempre les repetía que fueran independientes económicamente. Así, mi madre creció y empezó a trabajar cuando tenía quince años, porque había necesidad y porque eran otros tiempos. Pasados unos años nací yo y a los tres meses tuvo que volver al trabajo. Eran otros tiempos, ahora la baja de maternidad en España son muchos más...Días...Cuatro meses en total, todo un lujo (léase en tono sarcástico, claro está). Muchos años después se arrepentía de no haber pedido una excedencia o incluso haberse quedado en casa y disfrutar más de la infancia de mi hermano y mía. Durante mucho tiempo admitía haber tomado decisiones erróneas y afirmaba convencida que las mujeres nos habíamos cavado nuestra propia fosa con la “emancipación” porque ahora nos tocaba trabajar en casa y fuera de ella.

Tengo muchas amigas que desempeñan con esmero su profesión, se esfuerzan enormemente en sus trabajos fuera de casa y se dan prisa cada día por llegar a ella. Son madres dedicadas que se pasan la tarde entre el parque y el baño de sus hijos, entre preparar la cena y acompañarlos a dormir. Conozco muchas mujeres que emprenden desde casa y a menudo tienen que pensar en las tareas dentro de ella, en su trabajo y en el cuidado de sus hijos. Hay madres que frecuentemente no pueden acompañar a sus hijos a la cama porque sus horarios laborales no se lo permiten. 

Hay madres muy diferentes, con distintas circunstancias, pero en todas ellas hay un denominador común y por desgracia es la culpa. La diferencia de estas mujeres con las de hace dos o más generaciones es que ahora vivimos en la era de la información. Ahora hay cada vez más libros sobre psicología infantil y sobre crianza. En la red hay blogs de todo y muchas de nosotras vivimos un bombardeo de información que en muchas ocasiones sólo hace alimentar, acrecentar, esa culpa. Porque el ideal de madre, el listón que nos imponemos es cada vez más arduo.
Por eso creo que es tan importante que las mujeres trabajemos juntas. Por eso creo que es importante empoderar a todas las madres. Devolverles su fuerza interior. Su poder adormecido.
Otra pregunta que nos hace Mamen al final de la tarea es si nos gustaría centrarnos en trabajar con “un tipo de madre” sólo. No sé si respondo desde mi posición de poco experta aún en el campo y quizás en el futuro cambie de opinión, pero hoy por hoy admito que me gustaría tratar con “varios tipos de madre” porque pienso que me puede enriquecer mucho en el aspecto personal y en el profesional. Creo fervientemente que los círculos de mujeres, aunque sean muy distintas las unas a las otras, nos benefician a todas.

Lo peor de ser madre hoy no es la responsabilidad en sí, sino el escaso apoyo y acompañamiento de la sociedad. Se puso muy de moda hace unos meses hablar de calidad de vida y maternidad, por aquel entonces yo afirmé que lo que te resta calidad de vida no son los hijos sino la falta de apoyo del sistema. Sigo pensando igual.

Foto

(Todas esas madres en Pinterest haciendo spaguettis de arco iris y plastilina casera y yo aquí en plan "Hoy me he duchado y he mantenido vivos a los niños")

23 mar 2017

¡Fuera!

"El ser humano es un animal social" decía, y fue de las mejores cosas que dijo, Aristóteles, un conocido misógino de la Grecia Antigua. Era hijo de la sociedad del momento (aquél, aunque en éste no habría desentonado tampoco mucho, por desgracia). Pero hoy no deseo hablar de feminismo o misoginia, sino de crianza. Aunque todo esté más mezclado de lo que a simple vista nos pueda parecer.

Ando revuelta, (¿cuándo no?), estos días que se habla de time out en mi entorno, de silla de pensar y algo dentro de mí reacciona como un animal en peligro. Aún estoy aprendiendo a decir las cosas desde otro lugar. El racional. Pero hay momentos que sólo estoy en la emoción. Y con los niños me pasa esto. Con la sociedad en general, pero particularmente con los más pequeños y desvalidos. Tengo la sensación, ¿Sólo me pasa a mí? de que la mayor carga de los juicios la llevamos sobre todo las mujeres y los niños. Y siento una gran necesidad de defenderlos, a ellos y a sus madres. Estoy haciendo grandes progresos. Porque me encontré también en la guerra de las madres. Alguien me tiró hacia dentro. Ese alguien fui yo misma. Yo misma y mis creencias, las que nos hacen bajar la cabeza a mí y a todas mis compañeras desde hace milenios, demasiados.

Anoche para rematar vi un capítulo de la que, aún a distancia de once años, sigue siendo mi serie favorita: Friends.  Rachel dio a luz en un hospital y fue rápidamente separada de su cría. Mi compañero me mira expectante y con un poco de sorna como diciendo: "Allá vamos otra vez" cada vez que vemos algo juntos en la tele y salen bebés o niños pequeños. Y prometo que intento morderme la lengua, prometo que intento que no se me salten las lágrimas. Intento desconectar yo también o conectar con la que fui antes de ser madre. Pero no lo consigo. No puedo con tanta robotización. No puedo con tanta anestesia. Es más pena que rabia lo que siento, aunque se manifieste más como rabia que como pena. En el capítulo, o los capítulos, porque luego vi el siguiente, se ve a todos los amigos delante de la vitrina del nido donde están todos los bebés, observando a la recién llegada. Están contentos y sonrientes (los adultos, claro). A nadie se le pasa por la cabeza que esos niños estén demasiado lejos del olor de sus respectivas mamás. El capítulo sucesivo también lleva lo suyo. Ahí se ve a una matrona trayéndole la bebé a la parturienta desde el nido para que ella le dé el pecho. Rachel se lamenta a la sanitaria de que su hija la vez anterior no se haya enganchado bien a su pezón y, bueno, apuesto que más de la mitad de las mujeres de la Europa actual saben que si las separan demasiado tiempo de sus crías al nacer existe el riesgo de que al principio haya más problemas para lactar. Pero hablamos de Estados Unidos. Las cosas están cambiando también allí, además han pasado once años desde que la serie acabó y en obstetricia se está avanzando mucho. Avanzar en obstetricia para mí quiere decir volver sobre nuestros propios pasos. Volver al parto mamífero incorporando los avances tecnológicos SÓLO PARA CUANDO SEAN VERDADERAMENTE NECESARIOS. Ésta es la utopía a la que llegaremos. Gracias a que hay muchas personas preocupándose por ello, ocupándose de ello.

El visionado de estos capítulos de mi serie favorita coincide también con el momento en el que empiezo a leer en serio, lápiz en mano (para subrayar), al doctor francés afincado en Londres Michel Odent. Me quedo con frases como "Me he dado cuenta de que los seres humanos somos mamíferos. Todos los mamíferos se esconden o se aíslan para dar a luz. Necesitan intimidad. A los humanos les sucede lo mismo. Hay que tener constantemente presente esta necesidad de intimidad." Y veo la feria que hay en el hospital de la serie. Personas que entran constantemente. Bebés en el nido. Luces potentes. Se sabe que las luces inhiben la oxitocina, conocida popularmente como la hormona del amor y activan la adrenalina, la hormona del miedo. Globos de colores. Y lo peor de todo, una mamá y su bebé lejos la una de la otra.

Esta lejanía, esta separación, se arrastra en los siguientes años del bebé, del niño, del adolescente, del adulto en casi todo ser humano. Es el clásico "Divide et impera" (Divide y vencerás en cristiano) del César. El caldo de cultivo de la sociedad patriarcal. A alguien (el sistema) le conviene que estemos divididos. Y me despierto esta mañana pensando en lo que dijo el sociólogo canadiense Malcolm Gladwell sobre lo perdido y desvalido que nos sentiríamos si viviéramos hace un millón de años en una cueva y alguien nos echara de ella.

Lo peor que le puede pasar a un ser humano (al cavernícola y a ti, nuestra fisiología no ha cambiado nada) es la exclusión. Y ¿por qué? Sencillo. Porque somos mamíferos altriciales y gregarios lo cual nos corrobora tres veces que necesitamos mantenernos unidos y que te digan: "¡Fuera!" aunque sea con palabras bonitas, si es que las hay, es lo más traumático que le puede pasar a cualquiera de nosotros. Cuando a un bebé se lo deja llorando en una cuna siente un desconsuelo tremendo. Cuando a un niño se lo excluye del grupo y se lo deja pensando solo, se siente mal y esto le deja huella en su historia personal.

Si un día de fin de semana estándar (creyendo, o deseando, siempre que los papás y las mamás no deban trabajar ni los sábados ni los domingos) lo pasamos unos con otros, buscándonos, tocándonos, abrazándandonos, besándonos, etc. ¿Qué nos hace pensar que por las noches nuestros hijos no deseen ese contacto físico mientras que son pequeños? Si precisamente la noche es la oscura, la que alberga más peligro. Si incluso los adultos tenemos miedos con nuestra capa de racionalidad, como no van a tener miedo los niños si aún sus cerebros no tienen neocórtex o se les está formando en estos momentos.

Y cómo no van a pasar miedo dejándolos fuera del grupo por "haberse portado mal" aunque sólo sean "unos minutos". ¿Si los niños pequeños no tienen noción del tiempo cómo van a saber qué son dos minutos si algunos ni siquiera saben diferenciar un día de un segundo? ¿No será mejor explicarles por qué uno no se puede comportar de una cierta manera? Aunque toque hacerlo mil veces. Por lo demás, a los adultos también nos explican cosas y a menudo por más que lo hagan no nos quedan claras y volvemos a caer infinitas veces sobre las mismas piedras.

Luego nos venden que los niños tienen que socializar, que un niño está estupendamente en la guardería sin su madre. Venga ya hombre por favor. ¡A ver si vamos abriendo los ojos!





14 mar 2017

Esconder la sangre

Domingo. Hay domingos intensos en los que las emociones y la sangre se mezclan. Y a veces se juntan varios acontecimientos que nos invitan a la reflexión. En este caso (el del domingo pasado) fueron tres:



1) La llegada de mi ciclo. Entrada triunfal en mi fase menstrual en un día de estar en familia y que encima el sol fuera te dice: ¿De verdad vas a "castigar" a los demás estando en casa hoy cuando yo no puedo brillar más fuerte?

2) Un balonazo en la cara de un chico que estaba jugando al fútbol en el sitio donde estábamos comiendo.

3) Breve conversación con la hija de mi compañero sobre la visibilidad de mi menstruación en....LA DUCHA.

Pero hoy no quiero que leáis sino que me miréis 😉

Os dejo el vídeo que he colgado en mi canal de youtube sobre el pasado domingo y sobre la visibilidad de la sangre y de las emociones. Y me gustaría leer vuestras reflexiones al respecto. ¿Me las dejáis en los comentarios? 😊😘


¡GRACIAS!

10 feb 2017

La frase del filósofo

"Cuando el corazón llora por lo que ha perdido, el espíritu ríe por lo que ha encontrado" Le escuché decir hace unos años a un amigo. Es una frase de Séneca, que, oída en un momento de sumo dolor, después de una ruptura sentimental, puede significar la simple unión de unas cuantas palabras vacías. Unión, lo que sientes que te falta en ese momento. Dolor, lo que tocamos dentro y fuera. Pocas ganas de comer y dormir. Aumento de la ingesta de dulces. Nuestro cerebro nos pide desesperadamente una compensación. En los peores casos el número de cigarrillos fumados o incluso de copas de vino bebidas, de cervezas, de alcohol en general, se multiplican. Buscando sentirnos bien al final acabamos por castigarnos más. Eso sin contar con querer llenar el vacío que deja una persona con el espacio que ocupa otra, la que sea, alguien que no nos conviene.

Pero la frase en realidad, aunque en principio nos suene hueca nos enseña la luz al final del túnel, es un hilo de esperanza que cuando menos te esperas se convierte en un fogonazo de felicidad.

El domingo fui a una fiesta infantil. Era el cumpleaños de un amiguito de mi hija pero había muchos adultos. Mientras los niños jugaban yo hablaba con dos mujeres, una mamá y una amiga de la madre del homenajeado.

Las mujeres rápidamente profundizamos y hablamos de sentimientos, además yo creo que lo propicio, no me gustan los discursos huecos, ahí prefiero estar en silencio o hacer algo más productivo. De verdad, cada vez llevo peor no aprovechar el tiempo o mejor, malgastarlo en situaciones que me contaminan, que me llenan de ruido la cabeza, que ensucian mi mente y me roban energía. La cosa es que ambas mujeres tenían rupturas sentimentales recientes y cuando vi asomando una lágrima en el ojo de una de ellas les solté a bocajarro la frase del corazón y el espíritu. Una de ellas me dijo: "Ojalá encuentre a alguien pronto". Estamos tan acostumbrados a vivir en pareja. Cierto que a todos nos gusta el calor, estar con otra persona, la unión, dormir en compañía, pero nunca debería ser a cualquier precio. Y me consta que a menudo queremos mal, nos quieren mal y lo permitimos, precisamente porque tenemos un problema de base que es querernos mal a nosotros mismos. Es la consecuencia de muchas vivencias de falta de respeto que se lleva perpetuando siglos. Nos hemos preocupado más por las guerras y las conquistas de otros países (¿continentes?) que por querernos bien y prodigar el amor en mayúsculas, el desinteresado, el que no pide, el que confía. La historia de la humanidad, aunque me consta que es desde hace unos milenios, es decir que no siempre ha sido así, nos habla de competitivad y conflictos de todos los colores. Al mundo lo ha movido el miedo, que, por lo demás, es una emoción humana natural. El problema es que ha dominado demasiado sobre el amor. Por eso nos cuesta tanto el amor grande, aunque ésta es sólo mi humilde opinión.

He vivido algunos duelos, algunas rupturas sentimentales y puedo confirmar que las palabras optimistas en ciertos momentos no son bienvenidas. Perdí al padre de mi hija y hubo quien me dijo que es que tenía que aprender no sé que lección. Creedme, hay momentos en los que la buena educación cuesta. Hay momentos en los que dudas que es buena educación. Hay momentos que dudas más del sistema que otros, aunque últimamente dudo casi permanentemente, de ahí mi esfuerzo por querer hacer las cosas de forma distinta y obstinarme en querer salvar a personas de lastres sociales demasiado caros para nuestro bienestar.

Algunos años antes de conocer al padre de mi hija viví una ruptura dolorosa, el final de la relación más larga que he tenido. Sentí un vacío inmenso en los meses que sucedieron dicha ruptura y cuando supe que él rehizo su vida con otra persona la cual, en la actualidad es su mujer y madre de sus hijos, fue como si me rompiera por dentro. Recuerdo el dolor, la ansiedad. Pero recuerdo que a medida que pasaban las semanas y yo lograba distraerme había momentos en los que sentía grandes y verdaderas emociones de alegría. Poco tardé en saborear el placer de estar conmigo misma, el de no deberle explicaciones a nadie. El de hacer casi siempre lo que quería. La libertad y la felicidad son sinónimos directos. No me cabe la menor duda. Pero hubo algo que me ayudó a superarlo todo y fue saber que él se sentía cuidado y atendido y feliz con otra persona. Eso me liberaba. Eso me hizo liberarles el camino para que ellos se quisieran tranquilos. También ayudó la distancia, ahora vivíamos de nuevo en países distintos.

Un año después quiso verme, para un café.Yo accedí, a pesar de que muchas personas de mi entorno me lo desaconsejaron. Estaba segura de mi decisión. Había superado la ruptura, si lo pasaba mal sabía que lloraría un poco, o mucho, pero sentía que tenía que afrontar ese momento.

Ese café pasó. Estuvimos algo más de una hora charlando de la vida y fue suficiente para darme cuenta de que realmente lo había superado. De que no sentía nada por la persona que tenía delante. Entre otras cosas porque era muy distinta de la que había sido mi pareja durante años, de aquella con la que había compartido las experiencias más grandes hasta entonces. Y me despedí de él, en todos los sentidos, me fui a casa, tranquila. Estuve el resto de la tarde sola y contenta. Y eso que el día anterior había estado en una boda preciosa. Y eso que iba a cumplir treinta y un años y no tenía pareja a la vista.

En ocasiones se le tiene miedo al abandono por el que dirán. Porque la prosperidad en nuestra sociedad es igual a tener pareja, un buen trabajo, un buen coche, una casa grande, aunque la casa se caiga a trozos, los gastos del cochazo nos ahoguen, el trabajo nos robe calidad de vida y tiempo de estar con nuestros hijos y la relación de pareja nos reste más que nos sume.

A veces es más fácil seguir adelante con la historia que tenemos en lugar de pararnos en seco y decir: "¡Basta! Esta relación ya no me da lo que yo necesito. En esta relación ya no estoy bien".

Lo confirmo: "Cuando el corazón llora por lo que ha perdido, el espíritu ríe por lo que ha encontrado". Lo ideal sería estar bien con una misma permanentemente, estando en pareja o sin ella.

17 ene 2017

El primer día de ahora

Lo que se queda en tu mente te roba espacio para pensar en otras cosas. Mejor escríbelo. Hace tiempo que lo sé. Y más hoy. Les digo a mis chicas que escriban un diario. Uno que empiece hoy, el primer día de todo y que acabe un día que probablemente no sepas que es el último, como la vida. Para empezar de nuevo. Porque así somos las mujeres.

Hoy evito la verticalidad. Hoy reclamo mi derecho natural por la ley de mi propio cuerpo a quedarme bolita, de ser una madeja al borde de la cama y mira que ni siquiera pido el centro de ella. (Para no alejarme demasiado del mundo, pero sólo porque soy madre). El del sofá también está bien.

Dicen mis chicas que desde que están más conectadas les duelen menos sus úteros, yo digo que es porque les están dando voz. Y espacio. En sus cuerpos y en sus vidas. Dicen que a las mujeres que ya somos madres nos duele menos menstruar. Yo lo confirmo. Y no me extraña. Nuestros cuerpos han crecido con la vida. Nuestro útero a veces reconquista su protagonismo. El arrebatado.

Siempre he tenido la sensación de que hablaba de sangre más que la mayoría de las mujeres que conozco. Hoy me alegro. Porque las mejores lecciones que me ha dado la vida me han traído siempre al cuerpo. Hoy la gente que llenaba de ruido mi vida ya no está en ella. Hoy lo que los demás piensen de mí ya no es asunto mío. Y menos hoy. Hoy martes 17 de enero de 2017. El día que sea. Me da igual. Las personas que tenían la voz cantante ya no la tienen. Hoy la tiene mi cuerpo. Vivo sin jefes. Nadie manda en mi vida que no sea mi cuerpo.





12 ene 2017

En el fondo todas las mujeres somos del sur

Esta mañana me levanté con el pelo enredado, más despeinada que nunca. La luna llena haciendo de las suyas. Y por fin está lloviendo. Todo estaba raro. Una bruja volvía a arder en su hoguera medieval gritando mi nombre. Así no hay quien viva tranquila. Que la urgencia de escribir no se vea vencida por la de recoger juguetes. Porque escribir es la única forma que tengo para calmarme de veras. Ellas y yo.

Pedí un akelarre, con K mayúscula y me fue concedido. Una conexión de locura, de cabelleras enredadas en pensamientos de fuego. Y me sentí sedada...Comfortably numb....con la sonrisa delante de la hoguera quemé todo lo que me importa pero que no es importante. Y me derretí sin derramar una sola lágrima. Me dormiré con la luna redonda encima de mí, de todas. De la hoguera.

Estoy convencida. En el fondo todas las mujeres somos del sur.



28 dic 2016

Al 2016 le debo una hoja de ruta


Ahora que ambas estamos de vacaciones tenemos tiempo para mirarnos a los ojos. Para jugar juntas y separadas. Para abrazarnos. Para enfadarnos poco. Para hacer las paces rápidamente. Mientras vivimos esta vida sin grandes lujos, con fecha de caducidad, me vuelvo a preguntar en qué mundo destructivo vivimos que no nos da a las madres un sueldo, una tranquilidad para cuidar de nuestras crías. Los adultos del mañana. Para que lleguen llenos de amor y de tranquilidad y puedan hacer cambios grandes. Así como vamos, cuando no hay vacaciones, es difícil que se acaben las guerras a corto plazo. Hacemos lo que podemos. Hay una gran conciencia nueva. Pero todo podría ser aún mejor. En un mundo sin relojes. En un mundo sin superproducción.

Me daban miedo las serpientes porque me dijeron que me daban miedo las serpientes. Yo me lo creí. Como me dan miedo los martes y 13. Como le temía al dolor de mi sangre y a los partos sin medicina e instrumentos de fríos metales. En castellano serpiente y rana son femeninas. No te sorprendas.

No nos gustan las estaciones. Todos queremos vivir en el trópico. De entrada nos resistimos a los cambios. Aunque yo cada vez le tengo más miedo a lo conocido.  Explotamos la tierra porque no queremos que haya cambios, porque no nos gusta no poder comer ciruelas en invierno y naranjas en verano. Por eso no nos gusta el invierno. Por eso no nos gusta llorar.

Al 2016 le debo una hoja de ruta.
Una hoja de ruta pero "caminante no hay camino".
Un guión para saltármelo. 
Unas reglas para romperlas.
Unas leyes para infringirlas.

Al 2016 le debo madurez, asertividad. Lágrimas. Algún puñetazo más contra la pared. La enésima caída. Vencer mi timidez. Dejar de tomarme tan en serio.

Un Blog para no explotar. Un compartir sororidad. Un habitar mi cuerpo como nunca antes.

Al 2016 no sé si le debo nada. O simplemente se lo debo al tiempo. A la vida, a la muerte. Las cenizas. A la resurrección. A la tierra, a la luna. Quizás nada más que me lo deba a mí misma. Así que, no me debo nada. Nadie debe nada. Ni a mí. Ni yo. A nadie.



"Well I'm on my way, I don't know where I'm going, but I'm on my way. I'm taking my time but I don't know where." Paul Simon. Son los versos que más he cantado durante los últimos meses. "Bueno, voy de camino, no sé donde voy, pero voy de camino. Estoy tardando pero no sé a dónde".

21 dic 2016

La copa menstrual no es lo mejor.

Dentro de las opciones que te ofrece el mercado sí. La copa menstrual, junto con la esponja marina y las compresas de tela, es el mejor sistema. Porque es el más ecológico, el que menos daña tu cuerpo pero no deja de ser un objeto extraño. Y a veces a mí me molesta en mi primer día de sangre. Últimamente no me gusta llamarla "regla" que suena a régimen militar, ¿Cómo algo tan natural se puede comparar con algo tan feo y represivo? Tengo la respuesta, pero puede no gustaros, y como estoy en mi fase reflexiva me/os la ahorro. Y de seguro no volveré a decir "estoy mala" mientras mi sangre salga por mi "ioni". ¡Ah! Tampoco os lo he dicho. Mi vagina ya no se llama así, ahora se llama ioni. También por el origen etimológico de ambas palabras.*

"Estar sin nada no es lo mejor, es lo natural. Tal y como la lactancia materna no es lo mejor sino lo natural." No dejaba de repetírmelo esta noche. Voy a volver a no usar la copa menstrual en mi primer día de sangre que es cuando mi vientre está más susceptible, más sensible. Ha sido una noche larga y también dolorosa en la que pensaba en esto, en las abuelas indígenas de Latinoamérica y en el Sangrado Libre al que nos invita Mónica Felipe.

Un pensamiento me llevaba a otro y se me venía aquél de la generación de nuestras madres, aunque seguramente también el de alguna mujer anterior al linaje:  "Si Dios existe seguro que es machista" y enlazaba con la frase de otro sublime artículo de Barbijaputa  "No hagan la menstruación más tediosa de lo que ya es, señores, y dejen este "humor" para nosotras, que lo hacemos sin estigmatizarnos y mucho mejor que ustedes... quizás porque sabemos de qué estamos hablando". Me gustó mucho su artículo excepto esa frase, por dos razones:

1) No creo que la menstruación per se sea tediosa, se convierte en tediosa cuando se la intenta negar, cuando se intenta encajar en un mundo lineal, en el mundo creado por los hombres. Recuerdo leerle a Miranda Gray que sería estupendo tener un par de días al mes para descansar, para estar hacia dentro, para ocuparnos sólo de nosotras, de escuchar nuestro cuerpo. En aquel entonces me llevé las manos a la cabeza porque creía que sería imposible en un mundo como el nuestro. Pensé que era una "autozancadilla" por parte de las mujeres. Hoy tengo cada vez más claro que cuanto menos se combate el cuerpo, con pastillas, con cafeína, etcétera, mejor se está y mejor se da al mundo. Las mujeres bajamos el ritmo durante unos días al mes y no hay nada de que avergonzarse, ya nos multiplicamos en otras semanas y de esa manera compensamos. Cuando empiezas a observarte te das cuenta de este dato.

2) Por desgracia me consta que no tantas mujeres sabemos al cien por cien de lo que estamos hablando. Me consta que no conocemos el funcionamiento de nuestro cuerpo, nuestros ritmos, nuestras pulsiones naturales.

Sería ideal pararse, querernos, cuidarnos, si así lo necesitamos, algunos días del mes.

Vivimos en un mundo en el que siempre hay que cumplir un horario. Y para llegar a él vamos permanentemente con prisas. Y eso nos hace estar mal con nosotros mismos, con nuestras parejas, con nuestros hijos, ¡pobres niños a los que se les exige crecer demasiado deprisa! Tenemos que vivir nuestra vida rápido pero cuando van llegando las arrugas y las canas lo llevamos mal. ¿Alguien sabe apagar esa bomba de relojería?


Foto

* La razón por la que a veces me muestro reticente a llamar mi vagina como  tal, es porque viene de la palabra latina "vaina" que sería como una funda, ¿la de las espadas de ellos?. Nuestro "ioni" es mucho más. Es, en sánscrito, la "fuente de la vida". La puerta de entrada y salida de  la madre tierra. Definitivamente este término me gusta más.

28 nov 2016

De docilidad y violencia obstétrica

Me atastéis y yo me dejé. Ni lo vi como un gesto violento.

Seguramente me cegó mi "docilidad", esa que me decía "¡Ya está bien! Que ya te has salido bastantes veces del tiesto" como si una no tuviera derecho a levantar la voz cada vez que la están pisando.

Me atastéis y me robasteis lo que (quién sabe) pudo haber sido mi vivencia más poderosa.

Todos impunes.

Hace meses abrí este blog que llamé "masternura" porque "al mundo le falta ternura" y pensaba hablar de cosas tiernas...Pero el sistema no me deja mucha elección y escribo de guerras, escribo de injusticias, escribo porque es la única forma que tengo de no ahogarme en la basura que nos inunda.

Estoy harta de callar. La suciedad que perciben mis ojos me duele demasiado. Pero me duele aún más cuando mi boca sonríe falsamente. Cuando mi boca no está denunciando lo que ve. Cuando mi pluma está paralizada por mi "docilidad".

Yo quería traer un mensaje lleno de luz y de amor y sólo consigo ser una piedra en un zapato. Una piedra en el zapato de alguien que no quiere ver (porque no le interesa 💰)

Recuperar la dignidiad, la de todos, es fundamental.

Y muy urgente.







7 nov 2016

Penélope, madre y mujer del siglo XXI

Hay días que te espero todo el día. Y cuando falta una hora para vernos ensayo la sonrisa. Ensayo mi saludo. Porque quiero que me veas contenta. Ponerte contento.

Y luego llegas de repente y no me acuerdo de como era esa sonrisa. Y no me sale ni media palabra. Me siento rara. Como si no te reconociera.

Te fuiste esta mañana y parecías otro. O quizás yo soy otra.

Me paso el día haciendo cosas y soñando mis sueños.

Y corriendo de un lado para otro. El reloj me interrumpe a cada ratito.

Tengo la sensación de que a veces te hago pagar cosas pasadas, las que pasaban cuando no crecíamos. No digo que fuera sólo responsabilidad tuya. Bueno, no lo digo ahora. En otros momentos sí. Según me pilles. Ya sabes, en esos momentos en los que hasta hablo de culpas.

Pero no me hagas caso que ni yo misma me entiendo. Querría hacer más cosas de las que hago. Que las niñas me dejaran un rato tranquila. La interior y la actual. Que pudieran jugar ajenas a las responsabilidades y al tiempo. Sin pensar en todo lo que hay que hacer.

En todo lo que hay que pensar.

En todo lo que hay que escribir.

A veces me gustaría reír libre de preocupaciones. Y saltar y correr, invadida de la locura más inocente.

Pero ahí estamos, tratando de reconquistar - me de reconectar - me a mí misma.

A veces te espero, Ulises. Otras me espero sólo a mí misma. Lo mejor es cuando no siento ni ápice de culpa. A veces hasta ocurre.

Después de todo nunca me llamé Penélope, sino Ítaca.




2 nov 2016

Reconectar

Sé que algunos de vosotros se ha preguntado, pero ¿Qué hace Ana ahora embarcándose en esta aventura? ¿Quién es ella para decirle a nadie lo que tiene que hacer? Es una completa desconocida que no es ni psicóloga, ni trabajadora social, ni sexóloga, ni....etcétera. Y quizás tengáis razón. O quizás todo esto ni siquiera lo penséis y sea todo producto de mi mente, mis propios límites, mis propios miedos los que a veces me hacen frenar y hacerme las mismas preguntas una y otra vez.

Basta con sentarme cinco minutos, respirar tranquila, cerrar los ojos, mover un poco las articulaciones, sentir mi cuerpo para volver a creer en mi mensaje. O encontrarme en el tráfico delante de un energúmeno que me insulta y recordar como me abrumaban estas situaciones antes y ver la serenidad con la que las afronto ahora para decirme; "Yo quiero ayudar a más mujeres a encontrar su luz para que la cotidinaeidad no las ahogue".

Es cierto, no soy psicóloga, sexóloga ni nada que se le parezca. Pero es que yo no quiero ser psicóloga ni sexóloga ni nada que se le parezca, ni pretendo quitarle el trabajo a psicólogos o sexólogos ni nada que se le parezca. Y aún así me siento con el deber y la necesidad de compartir la energía que siento ahora. La que empezó a gestarse en mi embarazo hace ya más de cuatro años. La que continuó con una lactancia difícil al principio, como la mayoría de ellas. La que me llevó a hacer lo que sentía a pesar de las opiniones ajenas, las de la desinformación, las de mitos falsos. La que se confunde con mi cabezonería y me lleva a hacer lo que en realidad quiero hacer, que es lo mejor para mí, mi hija, mi familia.

Una energía que ha ido cobrando fuerza con la información, de libros leídos y cursos realizados que han ido conectándome a mi cuerpo perdido por el camino.  La conexión anestesiada que dormía en mi parto robado.

La maternidad me ha regalado tinieblas y espinas necesarias para llegar a encontrar el tesoro que tengo ahora delante. Me ha ido llevando a mujeres que me han contagiado sus pasiones y su luz, su energía, sus lados femeninos, los de verdad. Me han dado amor y comprensión, me han recordado que tengo el deber de quererme. Me han devuelto a toda esa sabiduría milenaria femenina que rige el corazón.

Esta suma de información, de pasión, de vivir y sentir en mí me han traído a este punto inevitable en el que me encuentro. Éste es el sitio en el que quiero estar, a partir de aquí crecer, caminar. No deseo estar en otro lugar. Lo he dicho, lo he escrito y lo vuelvo a repetir. No es un autoconvencimiento. Es un expresar mi alegría, la de haber encontrado lo que andaba buscando. No es por autoconvencimiento, aunque quizás haya un poco de autorreafirmar lo que ya sé. Un "¡De aquí no me muevo!" dicho con fe, sonriente, tranquila, capaz.

Si tan sólo pudiera ayudar a muchas mujeres a no sentirse solas, a no sentirse tristes, a no sentirse perdidas en un mundo en el que no encajan, torpes, estúpidas, deshechas, necesitadas de confirmaciones externas, de mirada, de migajas. Porque después de todo yo también me he sentido así en distintos momentos de mi vida. Y cruzar todo el lado oscuro temblando, sintiendo la soledad, el miedo y el abismo bajo mis pies me han devuelto la creencia más valiosa que tengo hoy y es que "la vida hay que vivirla intensamente y aprovechándola. Tenemos el deber para con nosotros y por los que ya no están de ser felices. La vida es un regalo y no me vale vivirla de forma mediocre."

Y después de todo me doy cuenta de que hablar con ellas, las mujeres, y ofrecerles mi apoyo es algo que he hecho siempre, sólo que ahora lo llamo:

RECONECTAR  

 

con una misma, con las demás...con el resto del mundo...

 

1 nov 2016

Todas, todas, las soy yo

Me escondo en la cocina o en el baño para escribir en una esquina de tiempo una palabra chiquitita. Una emoción de a voz en grito que no puedo gritar. Porque al mundo no le gusta que yo grite esas cosas.

La melancólica y la soñadora, la que escribe y un día será escritora o poeta que es aún más bohemio.
La que se pone delante de las mujeres diciéndoles "¡Vamos chicas que somos invencibles y nada nos podrá!"

La madre que besa, la que abraza, la que pretende ser mejor, cada día mejor. La que aprende y desaprende para olvidarlo todo y hacerse una madeja de llanto en el filo de la cama.

La que se levanta como un cohete cinco minutos después cantando y bailando y con ganas de corretear.

La que ama la maternidad.

La que se perdió una y mil veces en uno y mil trabajos para volverse a encontrar. 

La mamá que dice -¡Voy! diez veces hasta que va.

La que no deja de soñar con querer  cambiar el mundo.

La mujer a la que le gusta su libertad. Su vida simple es altamente compatible con sus ambiciones. 

La que quiere tener tiempo para amar a su hombre y hacer jerseys de lana para por si vienen las vacas flacas.

La que se pinta los labios de rojo cuando menos te lo esperas y no sale de leggins y sudadera mientras está en fase creativa. 

Parecen muchas y en realidad son más. Y todas, todas las soy yo.






29 oct 2016

Abrazando nuestra naturaleza cíclica

"Parece que se acaba la vida. Tristeza. Apocalipsis. No obstante al día siguiente empieza una nueva vida y ahora entiendes porque te sentiste así. Contenta de empezar a caminar de nuevo."
-masciclica-

Cuando estamos desconectadas de nuestra ciclicidad así es como podemos llegar a sentirnos al pasar de fase premenstrual a menstrual. El autoconocimiento es fundamental. Saber identificar en que fase del ciclo estamos para saber distinguir sentimientos y qué alimentos son mejores en cada momento ha sido básico para mi felicidad.  Reconecta con tu cuerpo. Conecta con el mundo tiene como cimiento base la ciclicidad femenina.

Nuestro cuerpo cambia a lo largo del mes y por consiguiente también nuestra forma de sentir.

Caminando con prisas. Avanzando en esta forma absurda de vida nos hemos desconectado completamente de nuestra propia sabiduría. De nuestras necesidades primarias. De nuestra creatividad. De nuestra pulsión natural.

El cuerpo quiere su poder y debería tenerlo. Pero lo ignoramos, para hacerle caso a los demás. Nos debemos a las necesidades de otras personas. Al final no conseguimos satisfacerlas a todas y nos estresamos. Las personas de fuera a menudo se sienten decepcionadas porque no estamos a la altura de la expectativas. Y de ahí nace un gran error. Y un gran peso. No deberíamos exigir tanto a los demás. Deberíamos mirar más dentro de nosotros. Porque ahí encontraremos respuestas. A menudo, cuando tengo una necesidad no colmada pretendo hacerla realidad proyectando en otras personas. Lo haces tú, lo hago yo, lo hicieron nuestros antepasados, cabe sólo esperar que no sea así durante muchas más generaciones.

Las mujeres tenemos una guía que son nuestros aproximádamente 28 días de ciclo. No es matemática pura en todas las mujeres pero sí es bastante aproximativo. La autora Miranda Gray experta en el tema habla de cuatro fases: Dinámica, Expresiva, Creativa y Reflexiva. El resultado de sus investigaciones dice que la gran mayoría sigue un patrón mientras que otras mujeres se sienten más expresivas en momentos en los que otras se sienten más reflexivas, más hacia dentro. Podría cambiar también dentro de la misma mujer, con el pasar de los años.

Mirarnos viéndonos, conectando con nuestra naturaleza, los encuentros entre mujeres, da igual la procedencia y la edad, nos regalan poder, luz, fuerza. Tenemos recursos valiosísimos para sentirnos plenas, libres y felices que no sabemos explotar. Es como esos países con suelo rico de alimentos nutritivos y que aún así su gente pasa hambre. Yo he descubierto y elegido mi camino y lo quiero lleno de mujeres, de sororidad y escucha activa y respeto profundo de mi cuerpo.














28 oct 2016

El patriarcado nos quiere pasivas y divididas

El otro día leyendo el artículo ¿Cómo nos quiere el patriarcado? se me revolvió el estómago literalmente. Estamos siendo testigos de historias muy duras que nos duelen a todas las mujeres, porque estamos cada vez más conectadas entre nosotras.

La respuesta a esa pregunta, según el texto, a final de cuentas es: inertes, dormidas. El patriarcado nos quiere dormidas. Pero ayer, reflexionando me daba cuenta de que el patriarcado en realidad nos quiere dormidas y en cualquier caso divididas. Para que no hagamos demasiado ruido, no vaya a ser que unidas acabemos con este sistema tan bien montado.

Habrás oído más de una vez comentarios que nos etiquetan de infinidad de cosas negativas. Habrás oído incluso a mujeres que les hacen el juego sin darse cuenta, al sistema, diciendo que entre nosotras nos llevamos mal. Ahí está mi clarividencia, ahí está la novedad. Yo me doy cuenta de que es más fácil para el sistema seguir diciendo que somos nosotras las pecadoras, las que nos equivocamos. Y lo vemos en todo. O mejor dicho no lo vemos porque estamos bien sumergidos en el puré y se nos escapa, pero está en todas partes. Y está sobre todo en el lenguaje. Que tan importante es para el ser humano. El pensamiento se estructura con la palabra. Y ciertas ideas que tan ancladas tenemos en nuestra mente y sobre todo, y lo que es peor, en nuestro cuerpo, vienen de palabras que hemos oído hasta la saciedad. Y no es que te lo hayas creído o no. Es que así lo asimilaste y así es tu verdad, la mía y la de la vecina del quinto.

Pero si observamos los valores de las sociedades matriarcales nos damos cuenta de que la realidad bien podría ser otra. Tenemos mucho que aprender de esos pueblos pacíficos en los que también existen hombres y no se sienten perdidos.












26 oct 2016

Un programa que te cambiará la perspectiva

¿Alguna vez has sentido que haces cosas que no deseas? ¿Cosas que "tienes que" hacer por los demás aunque no te apetezcan? ¿Sientes que tienes que tragar porque así te lo dicen desde fuera?

No eres la única a la que le pasa. En numerosas ocasiones he huido. Aunque lo haya negado siempre. En vez de pronunciar claro un monosílabo que podría salir con un suspiro "¡NO!"

"Yo no huyo de nada. No huyo de nada."

Hace poco me he dado cuenta de que esto no es del todo verdad. Porque sí que lo hago, huyo de afrontar situaciones con madurez. Con asertividad. Huyo del saber decir NO, del saber decir ¡HASTA AQUÍ! Sin sentirme culpable. Por eso he "tenido que" salir innumerables veces por la puerta de atrás sin despedirme, en lugar de hacerlo de frente, sin agachar la cabeza, con dignidad, los hombros derechos y respirando tranquila.

A veces nos comportamos como delincuentes. Así tal como te lo digo. Con la vergüenza. Como dice mi madre "¡Vergüenza es robar!" Y razón no le falta. Sin embargo no paramos de sentir ese miedo al ridículo que nos paraliza. El miedo a hacer daño a los que más queremos e incluso a los que no queremos tanto, que nos lleva a hacer cosas que en el fondo detestamos.  Para sentirnos en cierta manera "estafados" "robados" y consecuentemente estresados y angustiados.

Si alguna vez te has sentido así, me gustaría mucho ayudarte. A encontrar tu luz, a sentirte bien contigo misma, a librarte de la culpa por permitirte quererte. Porque en el fondo nadie te va a querer como puedes llegar a quererte a ti misma.





Te espero en mi programa Reconecta con tu cuerpo. Conecta con el mundo. Empezamos el 14 de noviembre. Es un proyecto en el que he puesto mucho cariño y te aseguro que te cambiará la perspectiva desde la que ves las cosas.






23 oct 2016

La importancia de Re-conectar con nuestra esencia cuando tenemos hijos.


Todos llevamos una mochila de peregrino en este camino que es la vida. Cuando tenemos hijos se pone en evidencia más que nunca lo que llevamos dentro de la mochila. Y a menudo nos encontramos con una realidad que no es la deseada y que no conjuga con el momento de dulzura en el que estamos. Es normal, cuando nacen nuestros hijos sentimos un cansancio increíble, nuestro neócortex se va de vacaciones y a veces se lleva también a nuestro cerebro límbico, el de las emociones y nos quedamos a solas con nuestros hijos y el cerebro reptiliano, el de las necesidades del cuerpo: comer, dormir, beber...Si estas necesidades básicas no están cubiertas difícilmente podremos pasar al escalón siguiente de la pirámide de Maslow.







Por eso yo siempre digo que no hay viaje para mí más espiritual que la maternidad. Nuestros hijos nos conectan a la tierra, al suelo, nos hacen echar raíces en él pero elevándonos a dimensiones que no sabíamos que existían. Ser madre me ha hecho encajar las últimas piezas de mi puzzle. Y es, gracias a ello, que me puedo permitir hablar de conexión con el propio cuerpo. Estar en lo más profundo del valle nos hace disfrutar mejor de la cima de la montaña y además te enseña a ser paciente y a vivir con mayor intensidad los buenos momentos que te da la vida.

De estas cosas y otras más hablaremos en el curso Reconecta con el cuerpo. Conecta con el mundo. Si deseas ser mejor para ti, para tus hijos, para el mundo entero éste es tu curso.





22 oct 2016

Vulnerable y poderosa

Estoy muy contenta porque me estoy dedicando en cuerpo y alma a mi proyecto. A lo que quería.

Escribiendo posts. Haciendo videos relacionados con el tema. Preparando los regalos para las suscriptoras. Y además ayer terminé de escribir el módulo 2. Así que ya me puedo dedicar al 3 y a seguir con los aspectos técnicos. ¡Me encanta hacer esto! ¡Me encanta todo el proceso! Incluso las partes que más trabajo me cuestan, las que no tienen que ver con la parte de comunicación. Me hacen superarme a mí misma, salir de mi zona de confort, de mis miedos, del rectángulo. Y aunque a veces me cueste algún suspiro y alguna que otra cara de pena, lograr pasar al otro lado es toda una satisfacción.

Esta semana no creáis que he estado siempre super conectada conmigo misma. Ya que me ha tocado hacer cosas que nunca antes había hecho, pero ayer viernes al terminar de escribir el segundo módulo sentí un respiro increíble. He estado en contacto con mi vulnerabilidad, que siempre estará conmigo y abrazaré.

Vulnerable y poderosa 

Son dos conceptos que he aprendido en un curso maravilloso que he hecho recientemente  y que parecen opuestos pero nada más lejos de la realidad. De la conexión de ellos hablaremos en el curso. 

Estamos acostumbradas a no sentir orgullo, a no "fardar" de ciertos aspectos de nuestra personalidad o nuestro físico, así que estar en contacto con la vulnerabilidad es lo natural.
Aunque a veces sentimos un falso poder, una fuerza que no va del todo con nuestra forma de ser. ¿Quieres encontrar la fuerza verdadera que hay en ti?
¿Estás preparada para ser vulnerable y poderosa a la vez?  

Te espero en mi programa:


 Aquí tienes el enlace por si quieres saber más:

 https://masternura.blogspot.it/p/curso-re-conecta.html


¡Te espero para darte las herramientas que te harán estar bien contigo misma y con tu entorno!



 
 

21 oct 2016

Caminando mi camino






Ayer colgué un video en mi canal masternura de youtube. El día estaba gris fuera y la luz no era la mejor. Mi herramienta fue el móvil y seguramente los expertos me dirán que las calidades dejan bastante que desear. Pero ¿Sabéis qué? No me preocupa demasiado. Porque lo importante es el mensaje. Lo importante para mí en estos momentos es comunicarme con vosotras con las herramientas que tengo a mi alcance. Aunque no sepa sacar el mayor partido de ellas. El foco lo tengo en el que más que en el como, en el contenido más que en la forma.

Mi prioridad en estos momentos es caminar el camino que me he trazado, el que me voy trazando y sé que mientras que camino iré aprendiendo mucho.

Mi prioridad en estos momentos es también afrontar mis miedos, es superar mi timidez. Uno de los lastres más pesados que tengo y que sé camuflar muy bien. Y hacer audios, videos y escribir, me ayudan a vencerla.

Todo lo demás sé que irá llegando. ¿Tenéis la sensación de estar en el camino correcto?


Aquí os dejo el video.




20 oct 2016

Proveedora de mantas, linternas y mapas

El otro día escribí sobre la escapada a Turín del fin de semana. La conexión con:

  • la historia de la humanidad.
  • la familia
  • claro que sí, conmigo misma
Cuando una está bien consigo misma consigue estar mejor con el resto de las personas que están en su vida. Pero imagino que te ha pasado que has visto en ti reacciones que no sabes de donde vienen y que a ti misma te sorprenden. ¿Sabes qué? Nos ocurre a todos pero darte cuenta de que te sucede ya es un paso. Lo más difícil es saber de donde vienen, a que responden esas reacciones. Y es que vamos por la vida poniendo piedras a nuestros pensamientos, tapando nuestras emociones y ocultando nuestros sentimientos. Llevamos toda la vida haciéndolo, así que ya nos sale tan natural que  ni nos damos cuenta.

Soy una fiel defensora de la resiliencia. De reinventarse a una misma y tirar para adelante. Como escribí hace unos meses en este blog una de mis frases favoritas es "No importa lo que te pase en la vida, tú eliges tu reacción" y nada ha cambiado desde entonces. Pero sí que creo que para llegar allí es necesario vivir los duelos. Un duelo no es sólo que se te muera un ser querido, o que te deje tu pareja con la cual llevabas muchos años o tenías muchos proyectos. Puede ser también que te deje una persona con la que llevabas poco tiempo pero con la que te ilusionaste. E incluso una persona a la que tuviste que dejar tú porque no era como creías. Un trabajo que dejas, o del cual te despiden. Un exámen no aprobado. Un hijo que no llega a nacer, e incluso un hijo que no llega a concebirse. Un proyecto que no sale bien puede ser un duelo. Evidentemente perder a una persona es peor que perder algo material, pero a veces nos obsesionamos con la pérdida como si fuera humana. Es normal teniendo en cuenta el mundo en el que vivimos. Alejado de los valores que realmente cuentan. Lo que pasa es que es más saludable para una misma no sufrir por cierto tipo de cosas y esto consecuentemente te trae beneficios en relación con los demás aspectos de la vida.

Pero no es fácil. Estamos tan alejados de nuestra esencia que nos cuesta una vida volver a ella. Algunos ni siquiera lo consiguen en toda su vida. Y me parece que esto es vivir la vida a la mitad.

De esto va mi proyecto. Mi intención es la de ayudar a las personas a reconectar con la propia esencia.

Cada uno tiene que hacer su camino sólo. Pero yo estaré al inicio de la cueva proporcionando mapas, linternas y mantas para quien desee visitar el lugar. Lo voy conociendo cada vez más y mejor. Tanto es así que casi me recorro la oscuridad con los ojos cerrados.

El secreto: Haberme caído unas mil veces.

 



16 oct 2016

Dicen que la autoestima es un músculo

Dicen que la autoestima es un músculo. Que se trabaja o se puede trabajar, como todos los músculos. Que se puede tonificar.

Y que puede perder tonicidad. Y volumen. Como los músculos.

Pero por suerte también tiene memoria. Y en nada puedes volver a pescar la fuerza que perdiste. Volverla a hacer tuya. Volver a brillar.

La autoestima es el único músculo que bajo ningún concepto debería estar nunca flácido.