Yo también creí ser feminista. Porque hace falta, lo viene haciendo milenios. Pero etiquetaba a otras mujeres. Las hay peores que yo, que etiquetan o etiquetaban más, eso seguro. ¿Y qué? Lo que sé es que yo lo hacía. Deberíamos saber a estas alturas de la película que TODO EMPIEZA EN NOSOTROS. Que nada se cambia si no es con el ejemplo. Que de opiniones están llenos nuestros días y sólo nos llevan al hastío más profundo. A la distracción de la verdad.
Yo también creí ser justa. Y un día desperté y miré a mi alrededor. Y desde ese día no he parado de llorar por todas las mujeres que me precedieron, por todas las mujeres del presente y por todas las que vendrán.
Por eso me cuesta hablar de cualquier otra cosa, porque me duelen todas las hermanas que sufren. Me duelen en lo más dentro de mí. Me duele su dolor. Me duele su desconexión. Me duele su realidad velada. Me duele que se sigan vendiendo historietas y que nosotras las sigamos comprando.
Me duele nuestra falsa culpa. La pesada cruz acarreada desde el principio de los tiempos.
Me duele todo mucho y no puedo ni QUIERO dejar de hablar de estas cosas, porque hablarlas, compartirlas nos llevan al camino, al de la justicia y la verdad.
No quiero ni voy a dejar de hablarlas, porque aunque no me quieras escuchar, sé que alguna palabra entrará en ti y algo hará "click". Algo encajará ahí dentro y poco a poco querrás saber más. Te lo digo tal y como lo creo:
Puede que no suceda hoy ni mañana pero sucederá. Despertarás y verás y empezarás a caminar a nuestro lado. Mientras tanto yo seguiré esperando, escribiendo y hablando incansablemente de lo que durante demasiado tiempo ha estado tapado.
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